En las manos de Koeman

Parece ficticio que en un club de la envergadura de Barcelona, a horas del comienzo de una nueva temporada, gran parte del destino de la institución esté atado a lo que pueda realizar Ronald Koeman desde la dirección técnica del primer equipo.

A simple vista puede resultar exagerado esta premisa. Pero si indagamos en lo acontecido en el último tiempo en el club, caeremos en la cuenta de que Koeman tendrá más relevancia de lo imaginado.

Por empezar, la ya conocida novela de Lionel Messi respecto a su estadía en Cataluña es un punto clave. Su permanencia, casi obligada por una cuestión contractual, no asegura a priori un entusiasmo factible de ser plasmado en cancha. 

Allí encontramos la primera tarea del DT: conquistarlo en términos de ideología futbolística. Esto será fundamenal para reavivar el fuego sagrado del jugador, que podrá ser extensible al plantel y terminará por ser beneficioso para el rendimiento general del equipo.

En segunda instancia, el mercado de pases que realizó la institución blaugrana es de poca trascendencia con respecto a las incorporaciones. Quizás la vuelta de Philippe Coutinho y la llegada de Miralem Pjanić puedan levantar una mínima expectativa. Aquí se pondrá a prueba nuevamente la capacidad estratégica del holandés. 

Por otra parte, y siguiendo con la tónica de los traspasos, el ex entrenador de la Selección holandesa tomó decisiones drásticas. Relegar a Luis Suárez, tercer máximo goleador en la historia del club, darle vía libre a Arturo Vidal y aconsejarle partir al joven prometedor Riqui Puig son una muestra de ello.

Por último, y no menos importante, es que el futuro político de Barcelona también está íntimamente vinculado con lo deportivo. Es decir, el caos por el que transita el Presidente Bartomeu y el revuelo generado alrededor de su figura se verá aplacado lentamente si el entrenador consigue un buen funcionamiento del equipo.

Así las cosas, en las decisiones de Ronald Koeman habrá mucho más en juego que solamente potenciales tres puntos a conseguir partido tras partido. Un sinfín de sucesos pueden desencadenarse a partir de sus acciones.