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El dolor del Príncipe Carlos y el llanto de la Princesa Ana en el adiós a Felipe de Edimburgo

El Duque pidió que nadie llorara, pero los sentimientos los sobrepasaron.
domingo, 18 de abril de 2021 · 02:30

El féretro que llevó los restos mortales de Felipe de Edimburgo finalmente ingresó a la Capilla de San Jorge en Londres, precedida por los miembros más cercanos de su familia que despidió, en un acto solemne y reducido, al eterno Consorte del Reino Unido y compañero de vida de la Reina Isabel.

Así fue ingresado Felipe de Edimburgo en su último recorrido.

La compostura y sobriedad que exigía este penoso momento para la Familia Real, no pudo contener las muestras de dolor de algunos de sus seres queridos a las puertas del recinto religioso. El dolor traspasó las pantallas y en esos momentos de vulnerabilidad, en los que la ausencia de Felipe de Edimburgo sigue latente, no hubo motivos para contenerse.

El semblante triste del Príncipe Carlos, quien encabezó la procesión a las puertas de la Capilla de San Jorge mientras el Duque fue ingresado en hombros de varios oficiales, pero una de las asistentes ha ocupado la atención por breves momentos, la impresión ha tocado su fibra sensible.

La Princesa Ana no pudo contenerse mientras veía a su padre. Sin embargo, se mantuvo firme y al pie de las escaleras junto con su hermano Carlos, mientras el resto de la familia aguardaba para ingresar al recinto.

La Princesa Ana, rompió en llanto al ver cómo se llevaban a Felipe de Edimburgo al interior de la capilla.

Durante la procesión que antecedió al acto, ninguno de los familiares de Felipe de Edimburgo usó mascarillas, solo las utilizaron dentro de la Capilla y mientras se llevaba a cabo el servicio religioso.

La misa póstuma comenzó con un minuto de silencio en respeto a la memoria de Felipe de Edimburgo, y luego de que la Reina Isabel junto a sus 29 invitados ocuparan sus asientos (ella casi aislada del resto), se procedió a los cantos del coro eclesiástico con una pieza que conforta a la Familia Real en estos momentos de tanta afección.

Dame descanso, Señor de tu servidor con todos los santos. Del polvo venimos y al polvo regresaremos. Todos iremos con el polvo.

Durante el oficio, la Reina Isabel se mantuvo aislada del resto de sus familiares.

La Reina Isabel se mostró seria y serena durante el oficio religioso, presidido por el Arzobispo de Canterbury y el Decano de Windsor en el que se celebró la vida de Felipe de Edimburgo, su inolvidable personalidad y su servicio al país durante 70 años, así como su entera dedicación y amor a la Monarca, a quien acompañó y aconsejó durante todos estos años.