Los simbolismos y mensajes que la Reina Isabel intentó ocultar en el sepelio de Felipe de Edimburgo

El Reino Unido, la Commonwealth y el resto del mundo vió los honores militares y la liturgia en memoria de Felipe de Edimburgo y la dignidad de la Reina Isabel frente el dolor y la perdida. Un par de lágrimas fueron captadas por las cámaras y se mantuvo durante todo el acto, pero su despedida, la más sentida y personal viajaba en el féretro junto al Consorte.

De hecho casi nadie percibió un detalle inusitado que viajaba entre el ramo de flores blancas ubicado sobre el ataúd, junto a la gorra blanca de oficial y su sable. Una tarjeta con bordes negros llevaba un mensaje significativo que según lo explica la revista "Hola!", fue escrito por la propia Reina Isabel para su eterno compañero.

"En memoria del Amor", es el escrito que Felipe de Edimburgo llevó consigo en su último recorrido, que la Reina Isabel no realizó en la acostumbrada caminata familiar, pero siguió en todo momento. Se la vió cabizbaja, silente y serena en todo momento, pero afrontó esas horas difíciles con dignidad. Más allá de la Monarca, quien estuvo allí y firmó esta dedicatoria no fue Isabel II, sino la amada "Lilibeth" de Felipe.

Uno de los misterios jamás revelados, es sin duda el que la Reina Isabel lleva en su dedo anular desde 1947 cuando se casó con el Duque de Edimburgo. Su anillo de compromiso tiene grabado en su cara interior un mensaje que el Consorte le dedicó, pero solamente la Soberana sabe cuál es. Felipe de Edimburgo cumplió su promesa y se llevó ese secreto con él, el tercero, -quien para estas fechas dudamos permanezca con vida-,  fue el joyero encargado de hacer la pieza para ella.

En temas de simbolismos, no solo las insignias reales estuvieron exhibidas frente al ataúd dónde reposan los restos mortales del Duque, sino un par de elementos presentes en el pequeño bolso que portó la Reina Isabel durante todos los actos póstumos, según el rotativo "Daily Mail".

Uno de ellos, fue una foto en el que aparecen la Reina Isabel y Felipe de Edimburgo durante un viaje a la Isla de Malta. Un gran recuerdo para ella, pues este país sería el primer destino que visitaron juntos en sus primeros meses de casados. Otro ornamento que quiso llevar, fue uno de los pañuelos que Felipe de Edimburgo siempre llevaba consigo. Eran una pieza infaltable en su estilismo y siempre estaban ubicados en el bolsillo de sus trajes cerca de su corazón. Más allá de lo que el resto del mundo pudo apreciar, lo esencial para el corazón de la Monarca no estaba a simple vista.