Quería expresarlo

El deseo oculto que Rocío Jurado jamás se atrevió a confesar por temor al qué dirán

La cantante siempre fue una caja de sorpresas.
sábado, 18 de septiembre de 2021 · 02:30

Como ya su pseudónimo lo enuncia, Rocío Jurado fue, es y será "La insuperable", "La más grande" de todos los tiempos, no solo por el arte que le brotaba por los poros, sino que además fue una excelente persona, dotada de una calidad humana única e inigualable. De hecho, con el trascurso del tiempo y, actualmente, 15 años después de su desaparición física, no existió alguien que haya tenido palabras negativas hacia su ser.

Su camino a la fama y a la gloria comenzó en el año 1958, cuando ganó un concurso radiofónico en su adorada tierra, Chipiona. Tal premio se convirtió en el primero de una cuantiosa lista de galardones y reconocimientos que obtuvo por su gran trayectoria, y es que Rocío Jurado, si se decantaba por algo, iba a por todo, no andaba con medias tintas en absoluto.

Sin embargo, no todo iba a salir fácil para la artista. Su padre interfirió en sus sueños y le negó la autorización para viajar a Madrid a abrirse camino en el mundo de la copla y el flamenco, pero Rocío Jurado, además de ser talentosa, era muy audaz y estratega, tanto es así que sin dudarlo realizó una huelga de hambre por diez días para obtener el permiso de su progenitor.

Al ver la tenacidad de su pequeña niña, Fernando Mohedano no tuvo otra opción que darle su visto bueno, así comenzó la exmujer de Ortega Cano, cantando y bailando en los tablaos más reconocidos de Madrid, eso sí, debía disfrazarse, pues era menor de edad y en esas circunstancias todo estaba en juego. Rocío Jurado tenía otro objetivo primordial además de triunfar en el escenario: sacar a su familia adelante.

Así fue como lo hizo y aquella joven audaz se transformó en una madre para todo el linaje y en la cantante más importante que dio España al resto del mundo. La coplera siempre se destacó por mantener intacta su escala de valores y las enseñanzas que había aprendido en la cuna de su hogar, por eso es que a pesar de haber logrado alcanzar el punto máximo de la fama, jamás se olvidó de su tierra natal.

Una de sus últimas presentaciones fue como invitada para el pregón del carnaval en su amada Chipiona, allí Rocío Jurado lució un extravagante e impensado atuendo, pues se había decantado por disfrazarse como la Estatua de la Libertad, vestimenta muy distinta a la que tenía acostumbrados a sus fanáticos, pero que claramente era una connotación de sus anhelos ocultos: ser libre.