Los secretos mejor guardados del Rey Felipe y las infantas Elena y Cristina en la escuela de vela

La vela se convirtió en el deporte por excelencia de los Borbón, sobre todo por el impulso que le dio el Rey Juan Carlos, quien le inculcó ese amor a sus hijos, el Rey Felipe y las Infantas Elena y Cristina. Pero no todas sin historias de rosas.

Durante los años 80, el Rey Felipe y las Infantas Elena y Cristina tomaron clases, cada verano, en la escuela de Calanova, en donde arrancaron desde que eran pequeños, para sostener el legado de su padre. 

Fue el actual Monarca el que siendo un niño de flequillo y salvavidas se montaba a un velero de escasas dimensiones para demostrar su apetito por la competencia. En su libro Veranos en Mallorca, Marcos Toro recoge anécdotas de los Borbón en una academia inaugurada por sus padres, los Reyes de España, en la que intentaban ser tratados como uno más. Aunque no siempre lo conseguían, siempre rodeados de guardaespaldas. 

Al Rey Felipe lo describen como un niño travieso, que hace lo posible por desoír los consejos alimenticios de su madre, la Reina Sofía. Por eso, con la complicidad de sus escoltas, el heredero del trono tomaba refrescos y comía patatas fritas a escondidas. 

Pero esto no influyó en su aprendizaje, ya que tuvo buenos desempeños en la Copa del Rey, que su padre, el Rey Juan Carlos ganó en cinco ocasiones.

La que heredó parte de todo esto fue la Infanta Cristina, que fue la  primera mujer en recoger la Copa del Rey al mando del velero Azur de Puig y hasta intentó clasificar para el equipo olímpico que compitió en Seúl 1988.

En la vereda contraria estaba la Infanta Elena, que debido a "su mal perder y poca paciencia", como describió Marcos Toro, terminó inclinándose hacia otros deportes, como por ejemplo la equitación.