FROILÁN MARICHALAR
Los beneficios reales de los que todavía disfruta Froilán, lo protegen en cada escándalo
Todavía tiene "coronita".
Aunque no pertenezca a la Familia Real, cada movimiento de Froilán de Marichalar es seguido de cerca por los medios, debido, primero, a que es el cuarto en la línea de sucesión y, segundo, porque ha desarrollado un extraño magnetismo para rodearse de problemas.
El último conflicto en el que se mencionó a Froilán de Marichalar fue el ocurrido el pasado 25 de noviembre, en la calle Goya, en Madrid, a pocos metros del acceso a una discoteca.
Una riña con navajas terminó con un joven herido, al que el propio sobrino del Rey Felipe llevó hasta el hospital para que reciba los primeros auxilios. Todo esto puso sobre el tapete un tema que genera urticarias dentro de Zarzuela.
Ocurre que Froilán de Marichalar no cuenta con custodia propia, pero sí tiene acceso a un equipo de contravigilancia, que demora 10 minutos en llegar al lugar que se le indique.
Este servicio es ofrecido por grupos de escoltas provinciales de la Policía Nacional y de la Guardia Civil a los familiares del Rey Felipe. Además, el hijo de la Infanta Elena tiene acceso a un número de teléfono del 'órgano de coordinación', que pertenece a La Zarzuela y al Ministerio de Interior, y, se cree, que habría utilizado este privilegio luego del incidente de noviembre.
Esto respondería las dudas sobre por qué la prensa demoró tanto en enterarse del último altercado que tuvo involucrado a Froilán de Marichalar y despertó las sospechas sobre un posible encubrimiento, algo que podría despertar inquietudes en el Congreso, desde donde podrían pedir más respuestas desde Casa Real y los cuerpos de Seguridad del Estado.
En su defensa, una vez conocida la noticia, Froilán de Marichalar emitió un comunicado en el que resalta que "ahora me quieren involucrar a mí como si yo tuviera algo que ver con la pelea. Yo, si soy algo, soy una víctima. Y ni eso. Soy un testigo de lo que ha pasado". Lo que se dice, alguien que todavía goza de ciertos privilegios y, por lo visto, no está dispuesto a resignarlos.
