Salió a la luz lo que era un secreto a voces sobre el Príncipe Carlos y Diana de Gales

A esta altura, mucho se conoce respecto a cómo fue el vínculo que mantuvieron Diana de Gales y el Príncipe Carlos. De hecho, el pasado 24 de febrero se cumplieron 41 años del anuncio de compromiso que tuvo lugar en los jardines del Palacio de Buckingham. Los padres de Guillermo de Cambridge y Enrique de Sussex llevaban apenas seis meses de noviazgo, pero eso no fue un impedimento para que unan sus vidas para siempre.

Ella con 19 años de edad, él con 32, dieron el gran paso que los llevaría a formar parte de la historia, pues aquel amor que parecía salido de una novela romántica, se terminó transformando en una ficción literaria de tragedia. Sin embargo, no siempre fue de esta manera y antes de la boda, los "royals" tenían una relación que dentro de la Realeza se podría calificar como admisible.

Según una entrevista concedida por el hijo de la Reina Isabel, venía pensado en su petición de mano con mucha antelación. Eso sí, Diana de Gales no sospechaba en absoluto que su novio se anime a tal aventura: "Ella había planeado ir con su madre a Australia durante bastante tiempo, entonces pensé: ‘Bueno, le preguntaré para que tenga la oportunidad de pensarlo cuando esté fuera y decidir si puede soportar toda la idea o no, según fuera el caso´".

Finalmente, Lady Di y el heredero al trono del Reino Unido dieron el "¡Sí, quiero!" en una ostentosa boda - digna de un miembro de la Corona- celebrada el 29 de julio de 1981 en la catedral de San Pablo, Londres. Lo que sucedió después ya es de conocimiento público - tras 11 años unión, dos hijos en común y muchos rumores de por medio, la pareja se separó en 1992 y se divorciaron legalmente en 1996-.

Lo cierto es que hasta hace poco tiempo, no se sabía con certeza qué había sucedió antes del matrimonio entre Diana de Gales y el Príncipe Carlos. Cumpliendo las tradiciones, la honorable Aristócrata permaneció la última noche de soltera en el Clarence House. Probablemente, su futuro esposo era consciente que casarse era el peor error que ambos cometerían, aun así quiso enviar un escrito, tal vez para que la tristeza de la que sería la madre de sus hijos no sea tan evidente.

Estoy muy orgulloso de ti y cuando subas, mañana estaré allí en el altar para ti. Solo míralos a los ojos y deslúmbralos.