REINA LETIZIA

Las 3 cosas a las que la Reina Letizia renunció por amor al Rey Felipe

No fue fácil adaptarse a una vida del siglo pasado.
lunes, 28 de marzo de 2022 · 05:30

El amor no es lo más importante para la monarquía. Preservar la institución es fundamental para sobrevivir en una época donde ya no se necesitan Reyes. La Reina Letizia lo supo desde un primer momento, cuando sus ojos se posaron sobre el entonces Príncipe de Asturias.

La vida de cualquier aristócrata debe ser muy sacrificada, aunque claro, la recompensa viene expresada en un muy buen número a principio de mes en las cuentas bancarias. De todos modos, Letizia Ortiz era una simple periodista de clase media, divorciada y con ambiciones como cualquier joven de 30 años. Hasta que conoció a Felipe de Borbón.

La Reina Letizia junto al Rey Felipe cuando eran, en su momento, Príncipes de Asturias. 

Con Letizia fueron claros. Había ciertas cosas que debía renunciar si quería ser la futura Reina, a lo que ella no dudó en ceder para acompañar al amor de su vida. Primero y principal, a enterrar bajo tierra su profesión de periodista.

La Reina Letizia se graduó de la Universidad como Licenciada en Ciencias de la Información con orientación en Periodismo. Ejerció su profesión, habiéndose ganado gran parte del público español. Eso debió quedar en un segundo lugar, porque no podía ser la futura Princesa de Asturias y, al mismo tiempo, una trabajadora de los medios. Adiós a su primera vocación para siempre.

La Reina Letizia tuvo que renunciar a su profesión de periodista para servir a la Corona. 

Otra cosa que tuvo que renunciar la Reina Letizia fue a su propia vida privada. Pasar a ser un sujeto público implica medir cada uno de los comportamientos, gestos y posturas corporales. No basta solo con un ejército de estilistas retocando el make up. La privacidad ya no sería su joya más preciada. Si quería ser reina debía resignarse.

Pero hay otra arista importante en su vida que la Reina Letizia tuvo que renunciar. Ella tenía una pasión ferviente por la danza. Practicó desde muy joven y antes de convertirse en Princesa iba a clases de clásico tres veces por semana. La corona le dijo “no”, porque una futura Reina no podía mezclarse con ese tipo de actividades.

Hoy por hoy vemos a una Reina hermética, fría, demasiado exigente con sus hijas y poco carismática, aunque se esfuerza en aparentar lo contrario. Sus ideas del siglo pasado se han acomodado a la perfección con la obsoleta monarquía. Renunciar a todas sus pasiones convirtió a una joven profesional soñadora a una auténtica “dama de hierro” de la realeza.

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