El 31 de agosto de este año se cumplen 25 años del terrible accidente que se llevó la vida de una de las royals más queridas de la historia mundial: Lady Di, la Princesa de Gales. A pocas semanas del triste recordatorio, comienzan a surgir algunas revelaciones sobre su vida privada, momentos de extrema tensión vividos dentro del Palacio de Buckingham junto a su esposo el Príncipe Carlos y a sus familiares más encumbrados, la Reina Isabel y el Duque Edimburgo.

Con este último personaje, en particular, se describe una escena de película de policiales, en la que el Consorte de Isabel II deja salir una terrible amenaza a la Princesa. Lo revela el libro “Reina de Corazones” de la escritora Julie Heiland, pronto a publicar, y que describe sucesos íntimos y los recrea mediante diálogos que ella misma escribe basados en relatos y hechos debidamente documentados.

“Yo que tu no lo haría”, le habría advertido el Duque de Edimburgo a Lady Di en la Navidad de 1990, cuando su vínculo con el Príncipe Carlos hacía aguas luego de conocerse la relación con quien actualmente es su esposa, la Duquesa Camila de Cornualles.

En su libro, Heiland revive la noche de la cena, cuando los miembros de la Familia Real debían tomarse la foto anual. Diana de Gales no estaba de humor, el amorío de Carlos con Camila ya había sido expuesto y éste, por pedido de su familia, había terminado la relación para no seguir alimentando las noticias amarillistas. Sin embargo, esto no conformaba a Diana que, por el contrario, meditaba terminar su relación.

La supuesta amenaza de Felipe a Lady Di

La periodista y autora de “Reina de Corazones” revive una supuesta conversación entre Lady Di y el Duque de Edimburgo en la que éste último le habría advertido sobre los riesgos de abandonar a un hombre de Windsor, casa de la Reina Isabel.

A continuación, un extracto de ese momento incómodo para Diana de Gales, descrito en la obra de Julia Heiland:

—Dices que no eres feliz, pero entonces ¿por qué te veo radiante en todas las fotos? A decir verdad, deberías estar agradecida por que tu marido renunciara a su amante al menos al principio. Solo que entonces no lo supiste apreciar.

—¡¿Debería estarle agradecida por eso?! — espetó Diana airada. Le habría gustado gritar sin más. Pero tenía que tranquilizarse. «Inhalar. Exhalar.» A fin de cuentas delante tenía al príncipe consorte—. Sabes bien que luché por Carlos. Fue él quien me apartó de su lado, una y otra vez. Él mismo me ha dicho que nunca quiso este matrimonio. Yo fui el cordero al que llevaron al matadero.

—Y ahora eres la futura reina de Inglaterra.

Diana se llevó una mano a la acalorada frente.

—¿Y si ya no estoy dispuesta a aceptar en silencio su aventura y sus accesos de ira?

—Pues tendrás que adaptarte por las buenas o por las malas. ¿Qué otra cosa quieres hacer?

Diana cogió aire y contestó:

—En ese caso no me queda más remedio que poner fin a este matrimonio.

Durante un momento reinó el silencio. Después Felipe dijo:

—Yo que tú no lo haría. Podría terminar mal. Ninguna mujer deja la casa de Windsor con la cabeza sobre los hombros. —Levantó el mentón y la miró—. Y ahora te sugiero que subas a tu habitación, te pongas un vestido bonito, sonrías y bajes con nosotros. Y olvidaré que hemos mantenido esta conversación.