Hay algo que la Princesa Ingrid Alexandra ya no puede ocultar más

¿Y cómo es él? ¿En qué lugar se enamoró de ti? ¿De dónde es? ¿A qué dedica el tiempo libre? Todas estas preguntas queremos hacerle a la Princesa Ingrid Alexandra de Noruega, cuyo corazón ya no estaría vacío. Su amor ya tendría dueño y, hasta hoy, había logrado burlarse de toda la prensa mundial que asistió al evento monárquico más importante del último tiempo. Hablamos de la cena de cumpleaños de la futura heredera al trono vikingo, un encuentro que dio que hablar más por las ausencias que por las presencias.

Ahora sí. A lo nuestro. ¿Cómo se llama el afortunado que habría conquistado a la princesa con mayor proyección de Europa? Sin más rodeos, se trata de Magnus Heien Haugstad. Tiene 22 años y despistó a todas las cámaras cuando entró acompañado y del brazo de otra joven. Pero la mentira tiene patas cortas…

Del galán que enamoró a la futura heredera del trono se sabe que es hijo del abogado Hans Haugstad, que vive en una ciudad cercana a Oslo (Capital de Noruega) y que estudia negocios en la Lancaster University Management School, donde planea culminar en dos años. Antes de eso, había realizado un curso intensivo en Oxford.

Según la revista “Se og Hør” de Noruega, ya se conocía la relación entre la Princesa Ingrid Alexandra y Magnus Heien Haugstad. Aseguran que no habían publicado nada, ya que pensaban que era algo pasajero. Sin embargo, cuando vieron al joven entrar de frac a la cena de gala de la futura heredera nórdica, no dudaron en sacar la tapa de sus vidas.

En enero de este año, cuando la princesa vikinga cumplió la mayoría de edad, dio su primera entrevista a los medios. Fue consultada, entre otros temas, sobre una posible relación amorosa, sobre algún príncipe que se proyecte como su futuro compañero para reinar. La respuesta fue que prefería no contestar la pregunta porque era algo que pertenecía a su vida privada.

Una respuesta de la Princesa Ingrid Alexandra que, si se analiza bien, meses después, no confirmaba ni tampoco descartaba absolutamente nada. Y el tiempo siempre termina dando la razón…