Acaba de regresar de Noruega, de vivir una fiesta de ensueños, de presentarse en sociedad como el futuro de la monarquía europea y de haber sido nombrada y mostrada por medios del mundo entero por ingresar a la cena más importante del último tiempo del brazo del Rey Felipe de España, a quien salvó de la vergüenza luego de ser plantado por su propia esposa, la Reina Letizia. Todo parecía andar bien para la Princesa Amalia de Países Bajos. Todo parecía andar bien... Todo parecía... Parecía...

Su regreso triunfal a su tierra natal se vio completamente frustrado por una noticia que ocupó los titulares y portadas de revistas locales. Un regalo. Y no cualquiera. Un obsequio que le hizo su padre, el Rey Guillermo de Orange, por sus 18 años cumplidos hace no mucho tiempo atrás.

A la Princesa Amalia le acaban de regalar una licencia de caza. A pocos meses de iniciar sus estudios universitarios en la Universidad de Ámsterdam, le acaban de dinamitar la tranquilidad a la heredera al trono con lo que le acaban de hacer.

Para colmo de males, todo salió a la luz por las palabras del presidente de la Organización Holandesa para la Caza y la Gestión de la Tierra a un medio amarillista llamado “Shownieuws”.

Enterada de la polémica que generaron las palabras del entrometido aficionado a la caza, la joven Princesa de Orange salió inmediatamente a expresarse acerca de lo que hará con su licencia de caza, aunque no fue del todo contundente: dijo que no la usará, pero eso solo “de momento”.

¿Tropiezo involuntario?

 No debería estar exento de análisis para nadie de la Casa Real holandesa el escándalo generado por el otorgamiento de la licencia de caza a la Princesa Amalia. El tema ya generó una gran polémica que llegó a oídos de miembros del Partido por los Animales, quienes plantearon al Parlamento neerlandés varias inquietudes.

El hecho, además, contrasta con la imagen que Países Bajos exhibe ante el mundo, siendo uno de los pocos Estados con una conciencia ambiental genuina y aplicada, que se basa en una forma de vida abierta en todo aspecto, desde lo cultural a lo religioso, siendo uno de los pocos países que ha logrado niveles de violencia y delincuencia casi nulos.

La caza no combinaría tan bien con ninguno de los aspectos anteriormente mencionados. Logros que han llevado años, décadas. No está de más recordar el enorme conflicto que se le ha abierto recientemente al Rey Juan Carlos de España, desterrado en Abu Dabi bajo amenaza de abrirle investigaciones sobre sus viajes de matanza animal en caso de querer regresar. La Princesa Amalia hace tambalear la monarquía de Países Bajos de la que hoy todo el mundo habla, y no precisamente de cosas buenas.

¿Está en problemas la heredera del trono holandés?