Todos tenemos un pasado al que añoramos o deseamos no volver más. Todos, seguramente, quisiéramos borrar algunos capítulos de lo que hemos experimentado a lo largo de nuestras vidas. Algunos, en cambio, se niegan a dejar pisado lo pasado. ¿Será este último el caso del Rey Felipe? ¿Será esta la razón de la ausencia de la Reina Letizia en la última cita pública del monarca español?

El pasado domingo Felipe VI asistió a la final de Roland Garros y fue el primero en felicitar y estrechar la mano del multicampeón Rafa Nadal, quien ratificó con tenis de excelencia su reinado en tierras parisinas. Allí se vio al monarca con los príncipes de Noruega, Haakon y Mette Marit, con quienes guarda estrechos recuerdos y que no serían del todo agradables para su Consorte.

Si el Rey Felipe estuvo solo en Roland Garros no es solo porque a Doña Letizia no le agradaría el tenis, tampoco porque en su agenda se encontrara alguna actividad comunitaria como el séptimo viaje de este tipo que realizó recientemente a la República Islámica de Mauritania. La razón se remonta a más de veinte años atrás, cuando ni la experiodista ni el entonces Príncipe de Asturias se conocían siquiera.

Corría agosto de 2004 en Noruega. Luego de meditarlo mucho, críticas y polémicas de por medio, Haakon de Noruega contraía matrimonio con Mette Marit, quien por su condición de madre soltera no gozaba del beneplácito del resto de los familiares y allegados de su ahora esposo. Quien estuvo ahí para dar su apoyo y acompañar a la pareja de príncipes fue quien en esos tiempos ostentaba el mismo título, Felipe de Asturias. En aquella ocasión, era otra su compañera de citas. Ella se llama Eva Sannum, modelo noruega y exsocia de una prestigiosa agencia de comunicación. De ambos fue inmortalizada una foto juntos en esa boda real. Una postal que fue ampliamente criticada por el escote de la belleza nórdica.

La vikinga que pudo ser Reina

Meses después de ese evento, Sannum y Felipe VI continuarían por caminos distintos. Ella se concentraría en su carrera, mientras él ordenaba su camino al trono en el que se encontró con quien finalmente sería su compañera de vida, la experiodista y presentadora de noticias Letizia Ortiz, con quien se casó en mayo de 2004, tres años después de despedir a la rubia noruega.

Para quienes conocen al Rey Felipe saben que Eva no fue una mujer más. Hubo quienes pensaron que se convertiría eventualmente en princesa. "La vikinga que pudo ser Reina", recuerdan algunos sobre lo que se decía en ese entonces. Se dice, inclusive, que la modelo era una de las pocas capaces de sacarle enormes sonrisas al español y que su relación se vio truncada por el propio Rey Juan Carlos, a quien no le convencía -como con Letizia- el origen plebeyo ni mucho menos que se relacionara a la Corona Española con lencería modelada. El otrora Príncipe de Asturias, aseguran, habría estado dispuesto a renunciar al trono por Sannum. Finalmente, no se sabe bien por qué o por quién, volvió a apoyar pies en tierra.

Se sabe que la Reina Letizia tiene un carácter especial y que no sería de las mujeres que perdonan fácil. También se sabe que no suele tener ningún tipo de consideración con aquellos que interpreta podrían dañar a su familia o que habrían tenido intenciones de hacerlo. ¿Será este el caso de los Príncipes de Noruega? ¿Acaso la Consorte del Rey Felipe los habrá relacionado con su antiguo noviazgo con la modelo noruega? Nadie lo sabe con certeza, aunque es la única razón por que la monarca evitaría estar sentada en la misma fila por más de tres horas junto a ellos, por más que fuera Rafa Nadal el protagonista de la jornada.