Charlène de Mónaco no es la única, la lista de enemigos de Carolina de Mónaco es larga

En el tránsito por su sexta década, Carolina de Mónaco es dueña de una historia digna de la ficción. Y es que a pesar de que en la actualidad pareciera vivir en una relativa tranquilidad y sin demasiado protagonismo en los tabloides más sensacionalistas, su biografía está marcada por relaciones tumultuosas y escandalosas.

La Condesa de Polignac ha tenido una vida plagada de lujos y romances, pero también signada por vínculos trágicos que cosecharían enemigos entre parejas, e incluso, su propia familia.

Con tan solo 19 años, Carolina de Mónaco daría a sus padres, el Príncipe Rainiero y Grace Kelly, el primer disgusto al enamorarse y posteriormente contraer matrimonio en 1978 con el infame playboy de los años 70 y 80, Phillipe Junot.

La relación entre la Princesa Carolina y Junot se vería afectada solo nueve meses después de su boda por la filtración de fotos de su díscolo esposo en Francia con una misteriosa mujer en Nueva York y posteriormente con su secretaria en Turquía. La vergüenza sufrida por Carolina la llevaría a consolidar un profundo rencor por su entonces pareja, hasta su separación en 1980. Para colmo de males, Phillipe se opuso a anular el matrimonio por más de una década.

Sin embargo, la suerte sonreiría brevemente a Carolina de Mónaco, quien reencontró el amor a manos de su siguiente esposo, Stefano Casiraghi, con quien viviría los momentos más felices de su vida. Pero la tragedia se hizo presente una vez más cuando su marido murió en un trágico accidente náutico.

Tras dos años de duelo, Carolina inició una relación con Ernesto de Hannover quien ya estaba casado con una de las mejores amigas de la princesa. La relación con su tercer esposo sería idílica en un principio, pero se vio arruinada por el severo alcoholismo de este. La humillación y el maltrato sufrido por la Princesa de Mónaco, convertirían a Ernesto en uno de sus más grandes enemigos.

A la lista de enemistades se suman su propia hermana Estefanía de Mónaco y Charlène de Mónaco, la Consorte del Príncipe Alberto I. Si bien se desconoce cabalmente la raíz de estos enfrentamientos, todo hace suponer que se debe a la propensión a disminuir a cualquier mujer que la opaque en el Principado.

A diferencia de Estefanía, con quien Carolina no comparte en absoluto su estilo de vida y criterios, el caso de la royal sudafricana es el que suscita mayor atención debido a los constantes desplantes públicos entre ambas.

Su aparente obsesión por el protagonismo de la vida social en Mónaco, junto a los celos por la visibilidad de su hermana y el rol de primera dama de facto del Principado, a cargo de Charlène de Mónaco, dan como resultado la falta total de química en el Palacio Grimaldi.